miércoles, 26 de mayo de 2010

El ciberleviatán

Desde el surgimiento de Internet y todas las herramientas que llegaron a manos del ciudadano común para obtener y divulgar información, la sociedad nunca será la misma.

Aquellos hombres y mujeres pasivos a la espera de las noticias, a la espera de que un medio se las presentara, dejó de existir. Hoy los seres humanos, varias generaciones de ellos, se han montado en la ola de los buscadores, surfean sin temor alguno sobre ese mar de conocimientos que, a todas luces, infunde respeto.

Quizás sea el carácter de anonimato de la red el que ha generado esta revolución. El hombre no necesita dar la cara, pero expresa su voz. Ya no es conformista, se queja, vocifera, moviliza… moviliza… Ha despertado un ser rebelde. El Leviatán, o mejor dicho, el ciberleviatán es esa comunidad de pantallas interconectadas con un poder que asombra. Son muchos los ejemplos de cómo esas comunidades virtuales se mantienen alerta y van más allá de lo que simplemente les dicen.

En la web hemos sido testigos de campañas contra una medida gubernamental, contra una medicina en particular, a favor de un candidato político; también de cómo cualquiera crea una página o un blog y opina… Todos tienen derecho. Para algunos, la red es el medio más democrático, pero, ¿y dónde queda la veracidad de todo lo expuesto allí?

El mundo está globalizado. Hoy sucede algo en Moscú y mañana tendremos las repercusiones en todo el planeta. En Venezuela vivimos el caso de cómo un medio de comunicación fue cerrado y los ciudadanos recurrieron a Internet para ver su señal. Todo este cambio ha hecho que el periodista moldee el ejercicio de su profesión. Al sentarse a escribir, ya el reportero sabe que debe hacer de Internet una aliada. Nada es secreto. Entonces, su opinión, su análisis es lo que cuenta. Su credibilidad hace que tenga lectores o, como se dice en términos de redes sociales, followers.

El periodista hoy en día ha tenido que adaptarse a esa multifuncionalidad: ya no sólo publica en el periódico, también lo hace en una revista de Internet, en su blog, en Facebook y, lo más reciente, por Twitter. Esos 140 caracteres han inmerso a la sociedad en una vorágine informativa que no para. Pero volvemos al tema que nos preocupa: la veracidad. En Caracas fuimos testigos de cómo en menos de ocho días los twiteros “mataron” a Gustavo Cerati y a Simón Díaz, noticias que después fueron desmentidas.

Y es que no se trata de estar en contra de esto que no tiene vuelta atrás. Aquí el elemento importante es otro: la ética. Si este valor desaparece de lo que hacemos, el ciberleviatán nos a tragará todos y las consecuencias serán nefastas.

7 comentarios:

  1. la ètica, el buen periodismo, sobreviviràn

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  2. Creo que lo más peligroso para un comunicador es perder la credibilidad. Es por eso que ahora, más que nunca, hay que verificar los datos que llegan por esta vía

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  3. Muy de acuerdo contigo, Patri.
    Sin tratar de ser moralista, diría que la falta de respeto conlleva a la corrupción de la veracidad. Tal vez la irreverencia y el anonimato ayuden a esta plaga de nuestra época. A quien le encante nadar debe tener mucho respeto al mar así como a las curvas y las rectas engañosas cuando se maneja.

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  4. Completamente de acuerdo. El medio no reviste peligro, sino la forma como es usado.

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  5. Una visión un poco pesimista del ciberleviatán, pero con buenos argumentos. Espero que se pueda vencer lo "nefasto" de la red.

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  6. Patty, de acuerdo con tu apreciación. La cuestión no está en criticar al medio sino cómo lo usamos...

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  7. Patricia `coincido contigo en lo que se refiere a la responsabilidad y la ética del periodista en el uso de estas herramientas

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